
¿Te has preguntado alguna vez por qué hay gente que lo tiene todo y es infeliz?
¿Y otras viven alegres aunque les falta lo necesario?
La felicidad es algo interior, y no exterior.
Por tanto no depende de lo que tenemos,
sino de lo que somos.
Vamos a escuchar unas palabras de Jesús que lo resumen muy bien:
Al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó y se
acercaron sus discípulos;
y, abriendo sus labios, les enseñaba diciendo:
«Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de
ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la
tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán
consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la
justicia, porque ellos quedarán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos
alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos
verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque
ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la
justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os
persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa.
Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será
grande en el cielo, que de la misma manera persiguieron a los profetas
anteriores a vosotros.»
(Mt 5, 1, 12)
Padre Nuestro
Comentarios
Publicar un comentario